Ésta es la segunda vez que sucede en un muy corto período de tiempo. Días normales, tironeando para aburridos o simplemente tristes se vuelven los mejores.
Un día le preguntamos a ella si la podíamos ayudar en algo, y se transformó en lo más reconfortante que había hecho en muchos días.
Hoy, luego de un día con esperas jugando al balón frente a una simple bencinera, caminatas y compras, una despedida que nunca me gusta, un largo regreso a casa, uno que otro grito, una ida a una cita impostergable (que ya había sido muchas veces postergada, y Dios no me deja esperando nunca, no podía hacerlo otra vez), y un regreso a casa un poco solitario y desilucionado, una llamada agradable que terminó provocando una sonrisa que tardó unos segundos en borrarse.
Aquí no hay nada extraordinario, en absoluto. No hay nada que me mueva demasiado, pero sí me comprueban todos estos hechos que siempre pueden ocurrir cosas que coronan tu día, le dan un buen final.
Siempre hay alguien que puede estar pensando en ti. Siempre hay alquien por ahí que tiene buenas intenciones.
Es cosa de saber mirar, de querer encontrar y buscar. Es cosa de abrir el corazón.
Cada vez que tenga un mal día, buscaré ese toque maestro que lo hará terminar con una sonrisa :)
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